La profesora: Viqui en primera persona
Nací en Argentina, en la provincia de Buenos Aires hace sesenta y cuatro años. Mi primer contacto con el yoga lo tuve mientras estudiaba Ingeniería de Caminos a la Universidad Tecnológica Nacional. No diré que me saqué la carrera gracias al yoga, pero, sin duda, su práctica me ayudó muchísimo a aplicar los “codos” necesarios y, sobre todo, a disfrutar del proceso.
A mediados de los años 80 me trasladé a la Patagonia por motivos laborales y allá tuve la suerte de conocer Nidia Scarpetta, que fue mi primera Maestra, con quién pude profundizar en la práctica del yoga y en la manera de enseñarlo y compartirlo.
Después de unos cuántos años de aprendizaje la vida me llevó, otra vez, a moverme por el mundo y, a mediados de los años 90, aterricé en Cataluña, donde he vivido desde entonces. Ha estado aquí donde han crecido mis tres hijos y donde continué formándome en mi ámbito profesional. Después de acabar la carrera de Arquitectura Técnica en la Universitat de Girona (otra vez con la ayuda inestimable del yoga) empecé a compaginar mi profesión con la enseñanza del yoga y en 2012 abrí en Blanes el primer local del Magatzem, que estuvo en funcionamiento durante los últimos 10 años y por dónde han pasado centenares de personas de toda la zona. Algunos ya eran practicantes, otros descubrieron el yoga con nosotros y otros vinieron por consejo de varios profesionales del Hospital Comarcal. Todos, durante estos 8 años, hemos formado una comunidad con el yoga como nexo de unión.
De manera complementaria, desde hace 7 años trabajo con la Gimnasia Hipopresiva. Si no la conoces, después puedes dar un vistazo en este enlace.
Y a principios de 2020 llegó la pandemia y muchísimas cosas cambiaron. Las clases presenciales se pararon en seco. Pero en medio del confinamiento surgió la idea: y si continuamos las clases en línea?
El Magatzem nació con la convicción de que una buena práctica del yoga tiene que ser personalizada y que la mejor manera de compartir conocimientos y aprendizajes es partiendo de una relación personal y comunitaria. La pandemia, pero, nos obligó a suspender totalmente las clases de un día por el otro. Y empezó el confinamiento.
Curiosamente, pero, el 20 de marzo de 2020, cuatro días después de la declaración del Estado de Alarma y del inicio del confinamiento, el director general de la Organización Mundial de la Salud se dirigía al mundo en una alocución histórica que empezaba así:
“Buenos días, buenas tardes y buenas noches, donde sea que estáis. Cada día que pasa, la COVID-19 parece marcar un nuevo y trágico hito. (…)
Y continuaba:
“En este difícil momento, es importante seguir teniendo cuidado de la salud física y mental. Esto no solo será de gran ayuda a largo plazo, sino que os ayudará a luchar contra la COVID-19”.
Entre las recomendaciones de seguir una dieta saludable, limitar el consumo de alcohol y hacer ejercicio, el director general de la OMS decía:
“Si no podéis salir de casa, bailad, haced un poco de yoga o subid y bajad las escaleras”
Como decía antes, creo que el contacto personalizado y la práctica comunitaria es imprescindible para la práctica del yoga. Hay un montón de libros, artículos y videos que tratan sobre el yoga y su práctica y muchos de ellos aportan información muy valiosa. Pero la experiencia compartida y personalizada es insustituible.
Por eso, cuando llegó la pandemia y muchos de los practicantes del Magatzem pusieron sobre la mesa la idea de hacer las clases en línea, hicimos toda una serie de reflexiones sobre cómo podíamos hacer yoga bien hecho a pesar de la distancia y, como aconsejaba la OMS “hacer un poco de yoga”.
Si queréis ver como lo hemos hecho para poder compaginar una buena práctica de yoga personalizada en esta etapa marcada por restricciones, confinamientos y distancias, haced clic aquí y mirad como lo hacemos. Está siendo una experiencia maravillosa y si os queréis unir, os espero.